Con los kilómetros recorridos en cerca de 350 horas de vuelo y automóvil, los más de 200 días fuera de casa, podríamos dar 5 veces la vuelta al mundo. Es una temporada del Mundial de Motociclismo.
El Mundial de MotoGP ofrece una oportunidad única de viajar, pero sin tiempo para conocer los escenarios de las diferentes carreras más allá de circuitos, coches de alquiler, aviones y aeropuertos.
Tan solo fuera de Europa nos damos el lujo de cenar un auténtico asado argentino, visitar Tokio y cenar en un restaurante japonés, asombrarte en templos increíbles, pasearte por la indescriptible noche de Bangkok, o comprarte unas auténticas botas tejanas en Austin escuchando música en directo.
Y la gente, siempre la gente. Ése artista desconocido de New Orleans, los amigos que nos acogen como a su propia familia en Termas de Rio Hondo, el colega japonés que nos muestra sus rincones secretos, esa adorable pareja de Le Mans –octogenarios ambos- con una vitalidad contagiosa, mis hermanos de la 3zzz en Melbourne que transmiten pasión por su trabajo…Todos ellos son los que hacen que los sitios se transformen en lugares familiares, casi nuestros, a los que regresar todos los años no supone un esfuerzo sino un deseo.
Por eso me empeño en fotografiarlo todo, aunque aún me sorprendo alguna tarde recordando voces y sonidos, luces y sombras, olores y sabores que me devuelven a ellos.
Solamente por eso merece la pena un año de espera.