Francesco “Pecco” Bagnaia simboliza el éxito de la cantera de VR46, vencedor en 7 de sus 20 citas. Simboliza tantas cosas que sería muy largo su relato, pero lo es también de la constatación de un hecho inapelable, cualquiera puede ganar un mundial de motociclismo y lo digo en el sentido más pobre de esta imagen. Dicen de los Estados Unidos que su democracia es tan grande que cualquiera puede llegar a la Casa Blanca -cualquiera…con dinero- y así les va. Pues opino igual que el gran Agostini, ya que considero que es la imagen de la vulgaridad, de la falta de un líder al que amar y odiar a partes iguales, al que derrotar. Cabe recordar que, por diversos motivos, los dos últimos poseedores del entorchado no han conservado el título y podrían pasar como efímeros titulados a la espera de que el hombre que les ha puesto contra las cuerdas con un brazo regrese con dos para recuperar “su” trono.
Se critica la labor de equipo; de fábrica diría yo; de la casa de Borgo Panigale y la desigual batalla que ha tenido que librar Fabio Quartararo; solo ante el peligro frente a 8 motos, 8 de la fábrica italiana; pero que quieren que les diga, yo habría hecho lo mismo y es responsabilidad de Yamaha y de Fabio reaccionar convenientemente. No se pueden dilapidar más de 100 puntos desde la fatídica cita en Assen.
En definitiva, que en la última y como en las mejores películas de suspense, tenemos nuevo -esperemos que más duradero- campeón del mundo de MotoGP, se llama FRANCESCO “PECCO” BAGNAIA, enhorabuena al campeón.
Por cierto que; anécdota curiosa; un Valentino con camiseta blanca, embajador vitalicio de Yamaha, celebrando el éxito de un piloto Ducati.