Ni por asomo. Hablamos de la nueva Nikon Z8; en comparación con el buque insignia, la Z9; que la gente de Nikon España / FINICON ha puesto en mis manos. Un equipo completo y singular -luego explico los motivos- con los que realizar mi trabajo en el mundial de MotoGP.
La primera sensación es contundente, en peso y tamaño, y rápidamente sientes un equipo de primer nivel entre las manos. Muy ergonómica y con los controles donde deben de estar. Además, es totalmente configurable, lo que la convierte en TU cámara fotográfica. Su menú es increíblemente intuitivo y yo, que salí a pista solamente con las explicaciones del NPS en Montmeló, no tardé en hacerme con ella. Obviamente queda mucho para descubrir todos sus secretos.
Visor definitivo, increíblemente natural y fiable para los que nos hemos criado en brazos de las cámaras réflex. Si acaso, algo radical con luz solar potente durante prolongadas sesiones en pista.
Monté mi CF express y SSD en cada uno de sus dos puertos y, Z 400 AF F4,5 VR S como principal en uno de los cuerpos, Z 70-200 F2,8 VR S en la segunda (aunque hay un interesantísimo Z 70-180 F2,8 no estabilizado). En la recámara el fastuoso Z 85 F1,2 para retratos, el Z 28-75 F2,8 (si, lo prefiero al 24-70 F2,8) y el nuevo formato Z 14-24 F2,8 S.
Su obturador electrónico; como único modo de obturación; puede disparar en modo alta velocidad desde 20 fotogramas por segundo, hasta 120 (has leído bien) en JPEG y configurable hasta el aburrimiento.
Este deporte es especialmente crítico a la hora de obtener imágenes a foco, diría que el más exigente y me dediqué a probar todas las opciones posibles, que son muchas, y puedo asegura que es el mejor que he manejado nunca, sin más. El cuerpo estabilizado, al que sumamos la estabilización en las ópticas (las dotadas con el sistema VR) no dan tregua, logrando imágenes nítidas y de altísima calidad -no olvidemos que monta un sensor CMOS de 46 Megapíxels, apilado y retroiluminado- que permiten un alto nivel de recorte.
Con las primeras dudas disipadas, llega el momento de ver cómo se comporta ese Z 400 F4,5, acostumbrado manejar un luminoso y más pesado F2,8. Se maneja perfectamente, a pesar de la diferencia de tamaño y la duda de si lograré ese desenfoque más creativo del que vengo, queda rápidamente disipada: no es un 2,8 pero casi.
Color, profundidad, nitidez y muy buen balance de blancos, tanto en exterior, como en interior (la imagen que os ofrecemos está realizada con el 70-200) es la primera conclusión que podéis analizar en la galería que os ofrecemos en esta primera toma de contacto. Quedan más.