«Jamás lo tuvimos en nuestras manos, jamás vimos la posibilidad de recuperarlo, pero jamás dejamos de empujar, de trabajar, de volvernos locos por salvarle la vida»
Los médicos y las doctoras que atendieron, el pasado viernes, al joven mallorquín Luis Salom, que falleció, a los 24 años, en el quirófano del Hospital General de Catalunya después de ser atendido en la escapatoria de la maldita curva 12 del Circuit de Catalunya, reconocieron que las múltiples, muchas, demasiadas, y graves, gravísimas, lesiones que provocó su moto al golpearle, tras rebotar en las defensas neumáticos (air fence), hicieron imposible su recuperación pese a sus innumerables esfuerzos. Todos ellos dan las gracias a los Mossos por el extraordinario despliegue que hicieron para que pudieran llevar a Salom al Hospital General de Catalunya, descartando el helicóptero “precisamente para poder seguir durante el viaje con el masaje cardiaco”.
Nada de lo que cuentan los galenos es explicable. Nada. Baste, pues, el comentario de uno de ellos: “Llevo 38 años de profesión
y jamás vi una cosa igual, ¡jamás!” De ahí que muchos de ellos no durmieran esa noche. Y, sí, también ellos, aunque no entienden de motos, ni de mecánica, ni de pilotos, ni de baches, ni de escapatorias, explican que Salom, como hace casi cinco años, el italiano Marco Simoncelli, “fue víctima de la fatalidad, de la mala suerte”.
Es posible que algunos, por puro oportunismo, se apunten a la campaña promovida por la aseguradora Pont Grup,
que ayer lanzó el hashtag #escapatoriasinasfalto. Es posible que, tal y como informó ayer el SAG Racing Team, el equipo de Salom, un bache en ese punto de trazado ayudase a la caída de su piloto. “Puede que exista un bache en ese punto, sí, pero me parece circunstancial, ¡todos! los circuitos, desde Silverstone a Phillip Island, Australia, están salpicados de baches”, reconoce Maverick Viñales.
“Yo no me creo lo del bache, me temo que a la moto le pasó algo”, insistió ayer Valentino Rossi, que, desde el minuto uno, habló de problema mecánico. Es posible que el muro, protegido por el air fence, debería estar algo más lejos. Es posible, como reconoce Emilio Alzamora, “que los circuitos de F-1 no sean los más idóneos para que corran las motos: ellos quieren escapatorias de asfalto y nosotros las necesitamos de gravilla”.
Pero no es menos cierto, lo que dijo Marc Márquez el sábado: “Nadie podía pensar que ocurriese una accidente así, nadie. Hemos fallado todos”. Porque el Circuit, como todos los trazados en los que mueren pilotos, están homologados y cuentan con el visto bueno de esos profesionales. No tiene sentido que el equipo de Salom culpe a ese bache cuando, en el mismo comunicado, reconoce que Salom se precipitó, salió lento de la curva anterior, quiso recuperar el tiempo perdido, su apurada de frenada fue el doble de fuerte que en la vuelta anterior, sobrecalentó el neumático, perdió el tren delantero y se cayó.
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