Llegamos hasta Kuala Lumpur con un primer vuelo de Emirates y una conexión con Malasian Airlines, aunque hay una enorme oferta de vuelos hacia la capital malaya. Su aeropuerto es enorme y ultra moderno, dividido en diferentes plantas muy bien señalizadas y con una excelente conexión con la capital, aunque nosotros lo teníamos sencillo ya que nos alojamos en el lujoso Hotel Sama-Sama, con transporte propio (en realidad a dos minutos del aeropuerto y sin salir de sus tripas). Pero hay otras alternativas porque la oferta hotelera es extensa y para todos los bolsillos. Sé de amigos que han llegado a dormir por 20.-€ y no demasiado mal.
Puedes llegar en TAXI, que se toma en la planta baja tras comprar el boleto correspondiente, jamás sin él. Igualmente se puede llegar en AUTOBUS, con el mismo sistema. El TREN es otra posibilidad desde el aeropuerto. Uno económico y más lento y el KLIA EXPRESS, que en 30 minutos te dejará en la Estación Central de la capital por 35 MYR. Ambos están claramente señalizados. También, como nosotros, podéis alquilar un coche a precios muy razonables; aunque has de fijarte bien en lo que alquilas; y con el inconveniente del espantoso tráfico de la zona.
Por cierto, el cambio fluctúa desde los 4,20 RM de la oficina de cambio que nos recomendaron en uno de los centros comerciales, a los 4,70 RM de bancos y casas de cambio.
La capital crece sobre las base de la antigua colonia británica, de la que cada vez queda menos, devorada por cientos de edificios ultramodernos y enormes rascacielos que crecen de un año para otro.
Su red de metro/tren/monorraíl aéreo hacen que parezca como recién salida de una película futurista. Además en bueno, puntual y barato. Nos dijeron que la ciudad cuenta, además, con líneas gratuitas para los turistas, por lo que es bueno informarse en el aeropuerto.
Tenía ante mí tres días antes de ir a Sepang y los aproveché bien. Cargué mi mochila con un libro de información, un mapa de la ciudad y el que te ofrecen en todas las estaciones del metro, con todas las líneas.
La primera visita a la TORRES PETRONAS; en metro es la estación KLCC; que me dejó en la base de esas maravillas de metal que por la noche embrujan con su brillo lunar. Subí hasta la pasarela que las une ( es caro, lo advierto) para contemplar una vista única de Kuala Lumpur, desde uno de los edificios más altos del mundo; hasta 2014 el mayor. Al bajar me di cuenta que aloja un enorme centro comercial; SURIA KLCC; de seis plantas para comenzar con las compras mas sofisticadas y caras. Comí allí y, a tres paradas de metro, llegué al MERCADO CENTRAL. Calma, paciencia y el arte de regatear por todo, sabiendo que lo que allí encontraremos es una manufacturado, con muchos comerciantes dedicados a la artesanía de calidad y nada económica, como es lógico. En el exterior pequeños tenderetes de todo, incluso de sabrosa comida local. No te dejes amedrentar por su aspecto, está muy buena, un buen tentempié. Ya a media tarde, casi anocheciendo, me fui a CHINA TOWN. La hora mágica para ir al barrio de las imitaciones, muchas de ellas muy interesantes y de calidad. Y a regatear de nuevo, tratando de esquivar a toda la gente que se da allí cita. Cientos de puestos, carritos y motos cargadas de mercancías, terracitas para reponer fuerzas y mucho movimiento en su famosa cale principal JALAN PETALING. Para cenar me recomendaron ir a LITTLE INDIA, que está a pocos minutos andando. Buena oferta de comida india, china y local y trufada de templos de casi todas las religiones.
Ya era noche cerrada, el bullicio era increíble y la sensación de transitar por una ciudad segura no nos abandonó en ningún momento.
Una vez allí es imprescindible visitar el templo hindú SRI MAHAMARIAMAN, de 1.872 y decorado en ricos colores.
Al día siguiente seguí los pasos de la huella colonial británica. Con el tiempo clásico de octubre, caluroso y húmedo, me llevé un pequeño chubasquero ya que el día anterior me sorprendió una tormenta tropical típica de ésta época, corta pero intensa que, por cierto, no soportó demasiado bien el plástico; lo que no moja por fuera, cala por dentro por la transpiración sumada a la humedad.
Me encaminé hacia la llamada plaza de la independencia, la PLAZA MERDEKA. Allí se arrió por última vez la Union Flag británica y se izó por primera vez la Bandera de Malasia, la mayor del país por cierto. A pié y rodeado de arquitectura colonial, me dirigí hasta la MEZQUITA MASJID JAMEK, hito fundacional de la ciudad, según me contaron unos amables ciudadanos que paseaban con sus hijos.
Ya solamente me quedaba una tarde y una mañana, así que me dediqué a recorrer las partes mas modernas de la ciudad, llenas de tiendas de primerísimas marcas y a realizar compras de última hora, el llamado TRIÁNGULO DORADO. Centro empresarial, ocio y turismo. Hoteles de lujo, centros comerciales y edificaciones ultra modernas que alojan a las más importantes marcas del lujo internacional.
Si quieres electrónica, los paraísos son el PLAZA LOW YAT y el DIGITAL MALL que, además, están a pocos pasos del impresionante templo chino THEAN HOU. También puedes hacer como yo, ir a JALANG PINANG, con una oferta espectacular de bares, terrazas (tomar cócteles allí es un clásico), clubes, música en directo y gastronomía. Y, ya de noche, Kuala Lumpur parece revivir. Su oferta de ocio nocturno es inagotable en la zona de CHANGKAT BUKIT BINTANG y JALANG ALOR. A reventar de gente durante toda la noche. De nuevo la sensación de no tener nada que temer.
Por ultimo unos pocos consejos de gastronomía local. Yo desayuné al modo hindú, ROTI CANAI, un pan plano aderezado con salsas con base de curry y zumo de frutas locales.
Para el almuerzo me decidí, aceptando los consejos de los locales, por pollo con arroz y cacahuetes (NASI AYAM) o pescado frito, crujiente.
Para la cena, mas tranquilos, mucha oferta. Tradicional, internacional o de fusión (NYONYA), sin tener que recurrir a los habituales de la comida rápida.
Mención aparte sus frutas tropicales, como el RAMBUTAN, esa hippy melenuda pelirroja, dulce y carnosa. DUKUS, MANGOSTANES, CEMPEDAKS, CARAMBOLAS… pero mi preferida es la que me ofreció una señora en el Mercado Central, un MATA CUCHING, el ojo del gato. Bajo su leve cáscara hay una delicada fruta dulce y jugosa, semitransparente que deja traslucir un negro hueso que le da el aspecto de ojo de gato.
Por cierto, excepto las sopas, aquí es normal comer con los dedos.
Pero hay muchísimo más que ver en ésta capital que nunca se detiene, es cuestión de tiempo que, lamentablemente yo no tenía. Así que rehicimos nuestras maletas y salimos con destino a Sepang, pero esa es otra historia.