Comprometida y sensible, pero al mismo tiempo alegre. Así se define Alicia Fernández, actriz natural de la localidad riojana de Calahorra. Podríamos añadir también que estamos ante alguien muy polifacética, formada en interpretación, pero también en danza, canto o doblaje.  A sus espaldas, numerosas apariciones en obras de teatro, musicales, series de televisión, cortometrajes y largometrajes como Yucatán, de Daniel Monzón, o Villaviciosa de Al lado, de Nacho García Velilla. También aparece en Fundido a Negro, el cortometraje televisivo de Daniel Monzón para Chocolates Valor. A la hora de escoger un proyecto, tiene muy claro cuál es su motivación: “me gusta estar segura cuando entro en un proyecto porque así doy todo de mí.” Esta motivación le ha llevado a participar en el rodaje de Interrail, de Fernando García-Ruiz, y de García y García, de Ana Murugarren. Ambos largometrajes se encuentran en plena producción en una época nada sencilla y mucho más para el ámbito cultural. 

La pandemia ha impedido que pueda volver a subirse al escenario. Confía en poder hacerlo pronto y reivindica que tanto el teatro como el cine son lugares seguros en los que se cuida que se cumplan todas las medidas de seguridad establecidas. Esta situación le ha llevado a desarrollar más otra de sus facetas: la dirección. El confinamiento puso a prueba a todos, y el sector del cine y el teatro no iba a ser menos. Estás obligado a desarrollar tu creatividad, seguir construyendo historias. En su caso, Alicia aprovechó la oportunidad para crear pequeños cortometrajes dirigidos por ella misma. Es otra de las caras de la actriz que, aunque asegura que se siente muy realizada dirigiendo, su verdadera vocación es la interpretación. 

Samuel de Román / One Percent Magazine

Esas ganas por crear, por conocer y por seguir aprendiendo son un fiel reflejo de que todo lo que hace, lo hace con pasión. La implicación de Alicia en cada proyecto al cien por cien la lleva a adentrarse al máximo en cada personaje. Siempre pretende buscar el mundo el mundo interior de cada uno de ellos. Para ello, trabaja y analiza hasta el más mínimo detalle su vida del a todos sus niveles.  En definitiva, le da una vida que antes no existía ya que tan solo existía en el guion. “Quiero que el personaje no sea solo lo que pase en la pantalla”, aclara. Para ello, recurre a los diarios que escribe ella misma. En ellos detalla aspectos reales o imaginarios, pero gracias a ellos moldea su personalidad poro a poco, determina que su forma de comportarse sea de una manera determinada y no de otra, su forma de expresarse de expresarse… crea recuerdos de ese personaje y construye una evolución previa a lo que se ve posteriormente ante las cámaras. 

Fotografía: Samuel de Román / One Percent Magazine

Le encantaría trabajar con Almodóvar, Amenábar, Fernando León de Aranoa, Isabel Coixet, Iciar Bollaín o Ramón Salazar, entre muchos otros directores. Si le preguntas a quién le hubiera gustado interpretar, le cuesta encontrar una respuesta clara. La lista es larga: Beatrix Kiddo, de Kill Bill; Raimunda, de Volver; Ana, de Los Amantes del Círculo Polar e interpretada por Najwa Nimri; Annie Hall, de Woody Allen; Alex, de La Naranja Mecánica… la lista es inmensa y demuestra que Alicia no se encasilla en un solo género. Ha trabajado desde el drama hasta la comedia. Algunos personajes permanecen con ella apenas unas semanas, mientras dura el rodaje. Otros la han acompañado durante años. Todos ellos son, además, muy variados entre ellos. Existe el mito de que siempre se queda una parte del personaje en el actor. Para Alicia los que más se quedan son aquellos que están más lejos de ti mismo. Los que, a priori, se parecen menos a ti. Al final, en su mundo siempre queda un poquito del mundo de cada uno de ellos. 

Beatriz Sánchez Marco

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