Viajar es un verbo que lleva implícitos muchos conceptos. Trabajo, placer, cultura, esfuerzo, diversión, arte, fotografía, entre otros muchos. Yo podría asumir prácticamente todos ellos ya que, un año más, vuelvo a dar la vuelta al globo siguiendo a los integrantes del Campeonato del Mundo de motociclismo.

Mi pasión; mis pasiones; se unen en una sola actividad. Viajo, conozco el mundo, fotografío, hago amigos, disfruto del mundo de la moto y he hecho de todo ello mi trabajo. 

Se puede decir que no hay nada mejor que una vida así y seguramente no le faltará razón a quien así lo piense. No obstante, como todo en la vida, esta moneda tiene otra cara que; y no digo que no me guste; es más dura. Realizamos tantas millas anuales como para dar 4,5 veces la vuelta al mundo en los casi 240 días al año en los que estamos fuera de casa.

Decenas de vuelos y aeropuertos desde un puntito en el mapa llamado Bilbao, soportando interminables jornadas de controles, carreras, prisas, malas condiciones, pesadas maletas que a veces se extravían; a los que accedemos en coches propios o alquilados por autopistas, malas carreteras, de día y de noche, con sueño y cansancio que nos dirigen a todo tipo de alojamientos: buenos hoteles, malos, casas de alquiler y comiendo bajo horarios inhumamos todo tipo de “alimentos” que nos permitan recuperar las fuerzas suficientes para seguir adelante. 

Y todo ello se desvanece ante el espectáculo de una ruta australiana de ensueño, una playa, una obra callejera, un nuevo amigo, una noche de fiesta y música, una charla con un compañero a la sombra de una buena cerveza, un reencuentro, un restaurante al que volver una y mil veces o, simplemente, una llamada a casa para contar lo que acabas de vivir y el lugar maravilloso desde el que estás llamando.

Y sí, lo volveremos a hacer en un año tan difícil como éste -otro más- que no dará demasiadas opciones para disfrutar del viaje, en toda la extensión del concepto, y ser felices repasando una y otra vez esas imágenes que nos llevamos para siempre en nuestras tarjetas de memoria. Aún así, viajaremos y seremos viajeros con la inmensa fortuna de ser parte de una pequeña historia.