Para Sonia Carballo -SOCATOBA-, la experimentación es su estilo personal y creo que siempre fue consciente de ello, incluso cuando, “angustiada por no tener un estilo propio como sus compañeros”, decidió que en esta espiral de experimentación continua flotase su sello de identidad. ¿Por qué estar en este lado de la calle y no en el otro? ¿Y por qué no en ambos? Su figuración es, en sus propias palabras, “ni esto, ni lo otro”, es ella misma.

Licenciada en Bellas Artes, es muy consciente de que su imaginación y sus convicciones desbordan el marco de sus obras. Por momentos explosiva, muchas veces introspectiva, siempre creativa y fiel a si misma. Que la comparen con nombres consagrados le hace gracia, “ya que nunca fueron mis referentes”, afirma.

No cesa de pintar, es como si algo muy importante de su existencia se diluyese si no lo hace, “esté o no inmersa en algún proyecto”. Es como si en el trayecto que hay entre su interior y el soporte físico en el que plasmará sus emociones, sufriese una catarsis liberadora capaz de provocar en nosotros compasión, horror, amor y emociones descontroladas. Una purga espontánea capaz de expulsar las sustancias nocivas que emponzoñan nuestro organismo. Emociones negativas que nos condicionan.

Tal vez por ello ha puesto su horizonte en la vida en el campo, lugar en el que cabrían todos sus Nostradamus, las pasiones y sus miedos, creación y muerte, luz y oscuridad, horror, caos y orden que, ocultos tras una caja de mil colores, resurgirán implacables sin que ella pueda hacer nada para evitarlo.

Samuel de Román / One Percent Magazine

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