Venezolana y con raíces francesas, Arlette Torres es una actriz que ha participado en producciones teatrales, cinematográficas y televisivas desde joven. Hace poco más de quince años decidió cruzar el charco y continuar su carrera profesional en España. Desde entonces, ha participado en series de televisión como “El Embarcadero”, “Servir y Proteger”, “El Secreto de Puente Viejo” o la recién estrenada “Caronte”, entre otras. A través de esta entrevista conocemos un poco más a Arlette Torres y su trayectoria. 

– ¿En qué momento decidió que quería dedicarse por completo a la interpretación?

En el momento en que decidí escuchar y hacer caso a mi voz interior. Ahí me di cuenta de qué era lo que realmente quería hacer y me haría más feliz. Fue en 2005, cuando tomé la decisión de viajar a Europa a estudiar y a apostar por ello. 

– Tiene estudios en periodismo, una profesión en la que también es importante saber tratar con las personas y, en cierto modo, saber adentrarse en ellas, en su psicología. ¿Le ayuda eso de alguna forma a la hora de preparar sus personajes?

Más que ayudarme a la hora de preparar mis personajes, diría que mi experiencia en el ámbito de la comunicación me ha proporcionado cierta soltura y criterio a la hora de tomar decisiones sobre algunos aspectos que integran y rodean mi profesión como actriz, más allá de la interpretación. 

Por otra parte, puedo decir que mis estudios en la universidad significaron un aporte vital a mi carrera, ya que fue durante mis clases en la facultad, cuando nació mi gran amor por el cine. Me gradué en Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela, y aunque posteriormente mi base en el campo laboral fue el periodismo, mi especialización fue en la mención audiovisual (cine y televisión). A la par, estudiaba interpretación en la Compañía Nacional de Teatro (algo así como la RESAD en Venezuela) y de esa fusión pienso que se generó mucho de lo que vino después.

– ¿Qué supuso para usted trasladarse a España en busca de nuevas oportunidades profesionales? 

Supuso un cambio de rumbo en mi vida, por supuesto. Dejar atrás tantas cosas… Pero ello implicaba también deslastrarme de miedos, de inseguridades… y de cosas que ya no necesitaba o que sencillamente ya no eran parte de mi vida, sino del pasado. Supuso soltar y confiar, todo un ejercicio, ocasionalmente duro pero satisfactorio. 

– ¿Existe mucha diferencia entre las industrias cinematográfica y televisiva venezolanas y españolas?

Sí, por supuesto. Comenzando porque en Venezuela actualmente no existe una industria cinematográfica ni televisiva como tal. Desafortunadamente, con el paso del tiempo, se perdieron muchos de los avances que parecía se empezaban a lograr hace 20 años en nuestro país, cuando la producción cinematográfica local y las coproducciones internacionales estaban en auge. Y esto es un reflejo de lo que ocurre en Venezuela en todos los ámbitos. 

Ante esta situación, el cine pasa a ser de los últimos asuntos pendientes en la lista de prioridades para much@s. Tristemente, no puede haber una industria cinematográfica, televisiva (o cultural en general) en un país donde la gente hace malabares para satisfacer las necesidades básicas de subsistencia y en el que, además, priva la censura; una nación en la que la administración de los organismos estatales está en manos de un gobierno que decide lo que se ejecuta o no, de acuerdo a su conveniencia. 

Por otra parte, ante la “sequía”, la inmensa mayoría de trabajadores del cine y la televisión (personal técnico y artístico) ha tenido que emigrar a otros países en busca de nuevas oportunidades profesionales y de mejor calidad de vida. Desde allí, desde el exilio, por fortuna se están generando interesantísimos proyectos. Y algun@s valientes compañer@s, que continúan en Venezuela, siguen creando, aunque prácticamente ‘por amor al arte’. Se harán, in situ, tal vez unas 3 o 4 películas al año, tirando por lo alto, casi todas de iniciativa privada y alguna incluso ni siquiera sea autorizada a estrenarse allí. 

En España, desde mi punto de vista, aun cuando muchas veces pareciera que la cultura tampoco es prioridad, al menos siguen existiendo subsidios por parte del Estado. Se cuenta ahora con una importante inversión de grandes plataformas extranjeras en la producción y distribución, por tanto, se generan más oportunidades. En España se realizan más de 200 películas al año. Así que en este caso sí creo que podría hablarse de industria. 

– ¿Con qué género se siente más cómoda? ¿Cuál le gustaría probar y que no lo haya hecho todavía? 

Me gusta explorar todos los géneros. Me siento cómoda y feliz siempre que trabajo. Y me encantaría hacer algo del género terror, algo en ciencia-ficción y alguna película de superhéroes en la que yo sea la villana. 

– ¿Cuál ha sido su mayor reto interpretativo? 

Hasta el momento, en cine creo que ha sido el personaje de Maroma, en la película “Cenizas Eternas”, en la que interpretaba el papel de una indígena de la etnia Yanomami. Y en teatro uno de los más recientes, La Capitana Tyr, en “Fahrenheit 108”, una humana de la nueva era en el año 2070.

– ¿Qué tiene Arlette de sus personajes y qué tienen sus personajes de ella?

Los actores y las actrices somos instrumentos a través de los cuales cobran vida los personajes, de manera que siempre habrá algo de nosotr@s en ellos. Por otra parte, soy de la creencia de que los personajes te encuentran para que les interpretes por alguna razón y, si es así, es porque algo de lo que quieren expresar, existe de alguna manera en nosotr@s. 

– ¿Está inmersa en algún proyecto actualmente / próximamente? 

Sí, actualmente estoy rodando la tercera temporada de la serie “Madres, amor y vida”, de Alea Media en colaboración con Mediaset y Amazon Prime Vídeo. Y, Universo mediante, pronto se reactivará un proyecto de teatro muy hermoso en el que participo, con la gente de Purple Trama (productora teatral y audiovisual de las Towanda Rebels), que está en stand by debido a todo el tema de la pandemia y el confinamiento.

– ¿Quiénes son sus referentes? ¿Qué personaje le hubiera gustado interpretar?

En primera instancia, mis referentes son mi madre, mi padre (que también es actor) y mis abuelas. Han significado mucho para mí, tanto en mi vida como en mi profesión. Y en cuanto al ámbito laboral, tengo varios referentes que de alguna forma también me tocan a nivel personal, ya que admiro no sólo sus trabajos interpretativos, sino la forma en la que han llevado a cabo sus carreras: Resse Witherspoon, Phoebe Waller-Bridge, Meryl Streept, Carmen Machi, Ingrid Bergman, Audrey Hepburn, Will Smith, Jane Fonda, Octavia Spencer, Sofía Vergara, Amy Adams, Angelina Jolie… la lista es larga (risas). 

Samuel de Román / One Percent magazine

¿Un personaje que me habría gustado interpretar? 

Lisbeth Salander (Millenium), Eleven (Stranger Things), la teniente Ripley (Alien) o Waris Dirie (Flor del desierto). Y que me gustaría interpretar: Lady Macbeth o La Lupe, por ejemplo.

– ¿Sigue algún proceso concreto a la hora de preparar sus personajes? 

Algo que hago siempre es intentar despojarme de cualquier prejucio sobre el personaje que voy a interpretar; ello me permite ser más empática y tener una mayor disposición ante lo que el personaje requiera de mí. 

Por otra parte, suelo inventarme una biografía sobre la base del perfil inicial que me dan para trabajar. Así me es más fácil intuir de dónde vengo y, por consiguiente, definir un poco mi recorrido en la historia. Todo ello, por supuesto, siempre desde la flexibilidad, atenta a lo que han escrito l@s guionistas, disponible a las órdenes de l@s directores y abierta a la escucha de mis compañer@s de escena, cosas que hacen crecer mi personaje.

En todo caso, no creo en la existencia de un único método interpretativo, más que contar las cosas con verdad. Cada personaje es diferente y, por tanto, desde mi punto de vista todos requieren siempre abordajes distintos para su preparación. Para decidir de qué forma lo haré me dejo llevar primeramente por mi intuición y -aun cuando pueda variar posteriormente- por mi primera impresión. A partir de allí, puedo trabajar con un método u otro (contando incluso en algunas ocasiones con la asesoría de un(a) coach actoral). 

– ¿Cuál ha sido su mayor reto?

¿Personal? Ha sido y lo sigue siendo, algo que requiere un trabajo diario, a veces duro, pero con resultados -progresivos- muy satisfactorios: escucharme atentamente, procurar vibrar en energías de luz, amor, abundancia y plenitud, y mantenerme en armonía y saludable mental, física, emocional y espiritualmente, en este mundo tan complejo y vertiginoso en el que vivimos.  

Texto: Beatriz Sánchez